Tu joven cuerpo, agachado con cariño
Da luz al mejor sueño.
Desde tus pequeños dedos
Hasta tus bonitos ojos cerrados.
Mi mirada asustada,
Sigue el finito contorno del testigo.
Cuerpo blanco, desnudo
Y del pensamiento, el vértigo.
Miedo en mi cuerpo de ébano
Respiración, tranquila y profunda, la tuya
Olas y rocas me confunden
Luna y estrellas son tu océano.
Como un barco perdido,
De vuelta, acaricias una roca
Con armonía de maestro
Tus párpados se separan
Tal vez, una luz en el fondo del mar,
Tus ojos iluminan la penumbra
Y del guión, sigue la clara sonrisa.
Con belleza, ausencia de palabra.
Suave paseo de mi palma
Con locura, estuve en tu alma
En las islas donde me fijaba,
En el edén que me cuestionaba.
Templo de belleza dormida
Cuerpo de la mujer blanca y desnuda
¡Quédate! Sé para mi el rocío
Al amanecer arrastra de mi corazón el odio.
Mis ventanas estarán entonces abiertas
Para siempre sembrar con el tiempo
Hoy prefiero al rocío, la lluvia
Para un atardecer a mi puerta
Hoy violando tu intimidad
Para una vida con plenitud
Comparto tu felicidad
Para lo que se lleva la juventud.
May, eres el rocío, testigo y compañero del nacimiento del día.