Wednesday, April 03, 2002

A la orilla del río

... a la orilla del río oí una voz,
y en el centro de la naturaleza
cuestioné a mi ser
Pero al andar, encontré el silenció.

Hojas secas bailando a la vista.
Y a la presencia indeleble del viento
los soplos, suspiros y esmero llenan el paisaje.
Y el olvido no se ahuyenta.

La lectura del cuadro cotidiano, los viajes,... y a la vida
hoy, poner en duda es signo de impotencia.
El perfil del hombre es objeto de controversia.
Pero los astros visibles e invisibles acosan su vagabundeo.

Una voz se ha callado para siempre,
Unos sentimientos se han introvertido hasta el infinito,
Unos deseos han sido insatisfechos,
Pero el curso del viento sigue igual.

Impotente, se encuentra la fuerza del sentido,
e inservible es toda filosofía.
Mientras la iglesia da una razón al trance
el hombre, él busca refugio.

Consonante de la ternura y del afecto,
Siempre la madre tendrá razón...
Amigo, solo hay una madre
y eso no quita sentido al padre.

No busques razón a mis escrituras,
Tampoco a lo sucedido.
Es un largo viaje;
Y de todo viaje se aprende.

No he podido conciliar mis emociones al acto
Tu tampoco, no has logrado domar tus lagrimas
La poesía es un gran abrigo;
Por eso, tendrás siempre un hogar.

A la orilla del río, oí una voz,
Y en el centro de la naturaleza
cuestioné a mi ser
Pero al andar, encontré el silencio.

A Jordi Domínguez,
El peor enemigo del hombre es la muerte, pero no olvidemos que se aprende de todo viaje.
Parfait Atchadé, 03 del Abril 2002